sábado, 8 de agosto de 2015

El Manual del N° 5

Un número 5 debe jugar con una serie de premisas en mente: Jugar simple. Nada de gambetear, meter pases-gol y otras cuestiones. Todo ello el 5 lo puede hacer y lo hará en algún momento, pero luego de cumplir todas las premisas. Como decía mi papá: “primero lo primero“. Y lo primero es jugar simple. […]

Un número 5 debe jugar con una serie de premisas en mente:

Jugar simple. Nada de gambetear, meter pases-gol y otras cuestiones. Todo ello el 5 lo puede hacer y lo hará en algún momento, pero luego de cumplir todas las premisas. Como decía mi papá: “primero lo primero“. Y lo primero es jugar simple. El resto llega solo, aparece solo, se da solo. Pero recordalo: el 5 tiene que jugar simple.

Jugar detrás de la línea de la pelota. Tanto en defensa como en ataque, el 5 tiene que estar preparado para recibir la jugada de frente. Siempre de frente. La cola mirando siempre al arco propio. “Siempre de frente” significa nada menos que “siempre de frente”.

El 5 elabora juego, no jugadas de gol. Para meter pases gol está el enganche. El 5 tiene que darle criterio al toque y dominar la situación a partir de la tenencia y distribución de la pelota. Un equipo que necesita del 5 para meter un bochazo de gol no es un buen equipo. Por alguna razón, no siempre se tiene en mente que el 5 está para distribuir juego, para dar ese pase simple, al que tiene el mismo color de camiseta que él. Y que, a partir de eso, se genera juego. Se genera muchísimo juego a partir de dos o tres pases al compañero…

Jugar a uno o dos toques. No más, no es necesario. Pero siempre con criterio. Si no podés jugar a uno o dos toques, practicalo. Para eso existe la práctica: para aprender o mejorar lo que uno no sabe hacer a la perfección. Llega la bocha, la paro, levanto la cabeza (pero ya sabiendo dónde están dos o tres compañeros) y la doy. Llega la bocha, la paro, levanto la cabeza y la doy. Nada de llevar la pelota a domicilio. El 5 no tiene que trasladar nada.

Si viene la pelotita de un lado, hay que mandarla para el otro. Al menos tener eso en mente y luego elegir cuál es la mejor opción. Y para tener eso en mente, dos cosas son fundamentales: el amague (o amago) y saber parar la pelota. Tener siempre presente el concepto del amague: puede ser a partir de mirar para un lado y darla al otro, a partir de inclinar el cuerpo para el lado desde donde viene la pelota y cuando está llegando acompañarla en la dirección hacia donde va y salir jugando para el otro lado, etc. Pero en la mente del 5, siempre (siempre significa siempre) se debe saber qué pasa del otro lado del campo. Y para saber qué pasa del otro lado, se vuelve al punto 2: recibiendo la jugada de frente (con la espalda apuntando al arco propio) es más fácil tener el panorama necesario.

El 5 se hace figura con el tiempo. A diferencia del delantero o del enganche (que basta con que hagan un gol o metan un lindo firulete), el volante central tarda más tiempo en ser reconocido como un jugador importante. Paciencia, porque los que conocen de fútbol se dan cuenta inmediatamente de cómo jugás. Y los que no conocen tanto, se irán dando cuenta con el tiempo. Mientras tanto, quien juega con tales premisas en mente va a descubrir que de repente las jugadas se hacen solas, se forman solas. Cuando sientas que tenés el control absoluto del partido (aun sin meter el gol por tu cuenta) es porque estás formándote como un gran 5. Y todos, absolutamente todos, terminaremos aceptando que el número 5 es el jugador más importante del equipo…


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