Quienes creyeron que el Balón de Oro tendría un destino diferente a las manos de Lionel Messi buscaron que sus deseos sean más que la realidad. Lo palpable, lo lógico (aunque en el fútbol esto del razonamiento muchas veces queda marginado) decía que el premio al mejor futbolista del mundo tenía un único destinatario.
Es el tercero que obtiene el rosarino, sumándose a la élite de los nombres de Hristo Stoitchkov, Rivaldo y Ronaldinho Gaúcho, en cuanto a la historia del FC Barcelona se refiere. Lo meritorio, en el caso de Messi –como supo ocurrir con los otros futbolistas- es que sabe mantenerse a un nivel superlativo por tanto tiempo. No es simple hacerse del galardón; es un reconocimiento para los “distintos”. Por tal motivo es que son contados los que alcanzan el olimpo del oro de FIFA.
Habrán escuchado, millones de veces, una frase que dice que “lo difícil no es llegar sino mantenerse”. Y entonces es un plus el que tiene Lionel porque su curva va en ascenso, porque tiene hambre de autosuperación, porque no piensa en detenerse, porque sabe que sus metas no terminarán hasta el día que decida colgar los botines. Debo reconocer que al escribir eso hay un frío que me corre en el cuerpo. Es que, cada uno en sus épocas, nosotros (o los de mi generación) debemos dar gracias porque somos elegidos. Nosotros, los periodistas y ustedes, los hinchas (sin importar los colores de las camisetas que amen) tenemos que comprender que pasamos por este mundo en la época de los Maradona, Zidane, Ronaldo, Ronaldinho y tantos, tantos enormes jugadores.
Cuando hice referencia a la autosuperación de Lionel, la que busca La Pulga, me invadió la frase donde explicó que hasta no ganar un Mundial no parará. Que la Copa del Mundo es lo único que le resta a Messi. Y Messi es capaz de todo. Ciertamente el fútbol es un deporte de conjunto y no depende solo de Lionel porque lo rodean otros diez, porque el fútbol no es tenis o boxeo, en donde debes tomar tu raqueta y vencer al que está del otro lado que pelea con las mismas armas… o como en el caso del boxeo en el que te quitan el “banquito” y si no pegas te duermen en lo que un parpadeo. En un deporte grupal se precisa de un funcionamiento coordinado, de un “todos” y no de un “uno”. Evidentemente el contar con Messi en un plantel tiene más que un plus. Es como el as que se necesita para conseguir el poker invencible, es como bailar con la más linda.
Alguna vez, y debo reconocerlo, caí en el pozo de las comparaciones. De la comparación en realidad con Maradona. Porque tengo que decirlo, si bien siempre me proclamé amante de Zidane, de Ronaldo, de Kaká, de Romario, mismo de Cristiano Ronaldo, no he visto ninguno como Maradona y, en el presente, como Leo.
Esta clase de hombres está varios pasos delante de los demás. Cuando se habla de que Messi o Diego no podrían haber jugado en otra época me desespero. Los buenos jugaban en cualquier año, en cualquier torneo, ante cualquier adversario y seguirían siendo los más importantes, los mejores, los imposibles de detener.
Tengo que hablar, también, aunque mínimamente sea, de Xavi; de Xavier Hernández Creus. Uno de los máximos arquitectos del fútbol del Barcelona que deslumbra al mundo entero ha tenido la “desgracia” de ser contemporáneo de Lionel. Escribí desgracia entre comillas porque verdaderamente es todo lo contrario. Lo de Xavi es meritorio porque aparecer en la trilogía de elección año tras año es excelente. Entendamos que en este caso el estar es tan significativo como ganar el trofeo.
Messi tiene 24 años y declaró que todavía está empezando. Si hasta el momento recién puso “primera marcha”, ajustémonos los cinturones porque no sabemos hasta donde podrá llegar.
Lionel es sinónimo de fútbol. El fútbol se juega con la pelota, con el balón… por eso el 10 es de Oro.
¡Abrazo para todos!
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