A simple vista la carrera de Tomás Felipe Carlovich podría ser un instructivo de cómo desperdiciar talento. En su Rosario natal todos vieron jugar a ese zurdo mágico que hacía lo imposible con la pelota pero nadie lo puede comprobar. Para alimentar la leyenda de ese hombre que no sabe cuándo ni por qué empezaron a llamarlo Trinche no existe un sólo video de sus tiempos de futbolista. Tampoco muestra alguna de las aventuras nocturnas en la calle Necochea o las escapadas de las concentraciones que Carlovich niega mientras los entrevistados en el video juran haber sido testigos.
Carlovich es recuerdo. De Bielsa, que fue a verlo cuatro años seguidos; de Pekerman, que se inspiraba en el volante central mientras recorría las inferiores de Argentinos. El Trinche, supuestamente, tuvo todo para ser y no fue. Todo para llegar y no llegó; aunque interrumpe con una duda: “¿Qué es llegar?”, y él mismo se responde: “La verdad es que yo no tuve otra ambición más que la de jugar al fútbol y la cumplí, a mi modo llegué”.
Carlovich debutó en Central en tiempos de Miguel Ignomiriello, un severo entrenador criado en Estudiantes bajo la disciplina de Zubeldía al que no le caían demasiado bien las ausencias del Trinche a los entrenamientos y que no tardó en dejarlo libre. Tras el “sacrilegio”, según el propio Menotti, cometido por Rosario Central, Carlovich se fue a Central Córdoba. En el Charrúa cambió el rumbo de su carrera y firmó los principios de un jugador del under. La gente ya no iba a ver a Central Córdoba, sino que iba a ver al Trinche. “Ésta noche juega el Trinche”, hubiese sido el trending topic de cada sábado en el barrio que se mudaba entero a la cancha para copar las tribunas del Gabino Sosa.
Tan grande se hizo en Rosario que en 1974 fue convocado para integrar un equipo formado por jugadores de Central y Newell’s que iba a jugar un amistoso contra la selección argentina. En la cancha era el único de la Primera B y sin embargo fue la figura, a tal punto que el Polaco Cap reconoció tiempo más tarde que el verdadero baile a esa selección no se la dio la Holanda de Cruyff en el Mundial de Alemania, sino el Trinche con su selección rosarina.
Ya con Menotti como entrenador fue convocado para la selección. Carlovich dice no acordarse mientras los mismos testigos de sus salidas aseguran que prefirió irse a pescar que jugar con la camiseta argentina. Cierto o no, el hombre al que aparentemente Pelé le negó ir al Cosmos es un mito. Una tradición que de boca en boca se transmite en Rosario tratando de generar una duda: si realmente Carlovich desperdició su talento o a su manera lo disfrutó más que nadie.
El video está hecho para el programa Informe Robinson de Canal+. Véanlo si tienen la oportunidad porque es imperdible:
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