Por Gustavo Nigrelli (Diario Popular)
En el boxeo hay veredictos que despiertan polémicas –el último fue el de la pelea Acuña-Duer-, pero también hubo otros cuestionables en el año dentro del país, casualmente siempre a favor de los organizadores de los combates, pese a que hay un buen nivel de jueces caseros. ¿Qué es lo que falla?
Fallar un combate es un arte que consta de tres patas indispensables para el éxito: 1) idoneidad. 2) honestidad. El tercero lo dejaremos para más adelante por ser el clave, sin el cual de nada sirven estos dos, pese a que pocas veces se lo reconoce.
Los malos fallos son de a ratos una indignante moneda corriente, quizás más para el público y especialistas, que para los propios damnificados (los boxeadores). Y aunque en el boxeo argentino hay un elevado nivel de jueces, a veces meten la pata.
Pero, ¿quién juzga esto? ¿Quién tiene la razón, o se cree capaz de determinar aciertos o errores de uno y otro?
Ni siquiera la opinión pública, a veces poco idónea, otras proclive a caer en demagogias, sensaciones térmicas, solidaridad con el más débil, o con quien dejó mejor imagen, olvidando los primeros asaltos (por eso es imprescindible llevar tarjeta escrita, a través de la cual discutir round por round).
El último mal fallo, polémico y "sospechoso", fue el de La Tigresa Acuña-Carolina Duer, que le dio ganadora a esta última -dicho sea de paso, organizadora del evento-.
En una pelea de corte parejo, que para muchos ganó Acuña, el fallo fue: Primerano 98-94,5, Geido 97,5-93,5 y Palmieri 96,5-96, sorprendiendo no sólo por la ganadora, sino por la diferencia. (Este cronista tenía 98-95 para Acuña, 6 contra 4 rounds para la Tigresa).
Hubo otros en el año en nuestro país, y no sólo con jueces argentinos. Uno que favoreció a La Camionera Alegre ante Chris Namus; otro a la Bonita Bermúdez vs la venezolana Mayerlin Rivas –con todos jueces extranjeros-. Y el más recordado, el de Cuenca-Olmedo –con todos argentinos-, que pese a acertar el vencedor, dos lo hicieron por mínimo margen, cuando Cuenca le pegó un baile de aquéllos al Pumita.
Tampoco se olvida el del bochorno entre Luis Lazarte-Casimero en Mar del Plata, cuando -con jueces de la FIB-, antes de perder por KOT 10, Lazarte iba adelante en las tarjetas pese a que perdía claramente.
El común denominador de todos estos fallos fue que "favorecían" al púgil del promotor, habiendo sido dominado.
Pero volviendo al de Acuña-Duer, que muchos colegas catalogaron como "robo" –incluso en redes sociales-, y algunos periodistas hasta fueron acusados de "prensa oficialista", o de "tendenciosos" –como hizo Alberto Zacarías, DT de Duer, con los colegas de TyC Sports, sindicándolos a favor de Rivero, manager de la Tigresa, pese a que éstos tenían empate-, no está de más tener en cuenta que Zacarías primereó al team Acuña con una gran oferta económica, ganando la primera pulseada de poder.
Y en boxeo, se sabe, las buenas bolsas son directamente proporcionales al costo deportivo, salvo excepciones, o palizas. Pero nadie se queda con la plata y la pelea, más cuando ésta es pareja, cosa que los protagonistas saben y aceptan perfectamente.
Por eso da la sensación de que el mismo combate, exactamente igual, pero organizado por Rivero, hubiera tenido el resultado inverso. ¿Deshonestidad, falta de idoneidad, o qué?
¿Es casual que la Tigresa haya perdido sus únicas tres peleas en el país bajo una promoción distinta a la de Osvaldo Rivero –dos en forma injusta-, mientras que bajo su ala ganó un par que no mereció, como la 3º ante Ashley en el Luna, y ante La Chica 10 López en Caseros?
Aquí es donde entra a tallar el 3º punto: el temperamento. En él se encierran valentía, frialdad, e indolencia para aplicar lo que se ve, cosas que no se aprenden.
Ser insensible a conveniencias ajenas, e impermeable a quien corre con el caballo del comisario, cosa difícil, porque éste es el que paga, y todos lo saben muy bien.
Por eso, los puntos de vista de todo el mundo son respetables, mientras puedan fundamentarse. Pero en el caso de Acuña-Duer, lo que más llamó la atención fue la unanimidad de criterios a favor de la organizadora, habiendo sido tan finos.
La prensa también cae a veces bajo sospecha, cuestionados como antis o pro. Sin embargo, hay algo con lo que puede demostrarse lo contrario, más allá del fundamento técnico de un fallo y las apreciaciones personales: los antecedentes.
Entre otras cosas, éste medio vio perder -bajo organización de Rivero- por 8 puntos a la Tigresa frente a Alicia Ashley en el Luna Park –más diferencia que la inmensa mayoría, que también la vio perder-, antecedente que exime de acusaciones de favoritismos –si las hubiere-.
Sin embargo, aquella vez, dos de los jueces fueron "políticamente correctos" y ¡la vieron ganar! Uno de ellos, curiosamente, se repitió en la pelea de Acuña-Duer, y volvió a alinearse para el lado menos conflictivo (esta vez era Duer).
Por eso, podrá objetársenos algún punto de vista, pero jamás dependencias, temores, inclinaciones afectivas, o preferencias sobre personas, patrias, o promotores. Y este dato de la realidad, refleja una orgullosa virtud, que es el máximo patrimonio.
Fuente: Diario Popular
En el boxeo hay veredictos que despiertan polémicas –el último fue el de la pelea Acuña-Duer-, pero también hubo otros cuestionables en el año dentro del país, casualmente siempre a favor de los organizadores de los combates, pese a que hay un buen nivel de jueces caseros. ¿Qué es lo que falla?
Fallar un combate es un arte que consta de tres patas indispensables para el éxito: 1) idoneidad. 2) honestidad. El tercero lo dejaremos para más adelante por ser el clave, sin el cual de nada sirven estos dos, pese a que pocas veces se lo reconoce.
Los malos fallos son de a ratos una indignante moneda corriente, quizás más para el público y especialistas, que para los propios damnificados (los boxeadores). Y aunque en el boxeo argentino hay un elevado nivel de jueces, a veces meten la pata.
Pero, ¿quién juzga esto? ¿Quién tiene la razón, o se cree capaz de determinar aciertos o errores de uno y otro?
Ni siquiera la opinión pública, a veces poco idónea, otras proclive a caer en demagogias, sensaciones térmicas, solidaridad con el más débil, o con quien dejó mejor imagen, olvidando los primeros asaltos (por eso es imprescindible llevar tarjeta escrita, a través de la cual discutir round por round).
El último mal fallo, polémico y "sospechoso", fue el de La Tigresa Acuña-Carolina Duer, que le dio ganadora a esta última -dicho sea de paso, organizadora del evento-.
En una pelea de corte parejo, que para muchos ganó Acuña, el fallo fue: Primerano 98-94,5, Geido 97,5-93,5 y Palmieri 96,5-96, sorprendiendo no sólo por la ganadora, sino por la diferencia. (Este cronista tenía 98-95 para Acuña, 6 contra 4 rounds para la Tigresa).
Hubo otros en el año en nuestro país, y no sólo con jueces argentinos. Uno que favoreció a La Camionera Alegre ante Chris Namus; otro a la Bonita Bermúdez vs la venezolana Mayerlin Rivas –con todos jueces extranjeros-. Y el más recordado, el de Cuenca-Olmedo –con todos argentinos-, que pese a acertar el vencedor, dos lo hicieron por mínimo margen, cuando Cuenca le pegó un baile de aquéllos al Pumita.
Tampoco se olvida el del bochorno entre Luis Lazarte-Casimero en Mar del Plata, cuando -con jueces de la FIB-, antes de perder por KOT 10, Lazarte iba adelante en las tarjetas pese a que perdía claramente.
El común denominador de todos estos fallos fue que "favorecían" al púgil del promotor, habiendo sido dominado.
Pero volviendo al de Acuña-Duer, que muchos colegas catalogaron como "robo" –incluso en redes sociales-, y algunos periodistas hasta fueron acusados de "prensa oficialista", o de "tendenciosos" –como hizo Alberto Zacarías, DT de Duer, con los colegas de TyC Sports, sindicándolos a favor de Rivero, manager de la Tigresa, pese a que éstos tenían empate-, no está de más tener en cuenta que Zacarías primereó al team Acuña con una gran oferta económica, ganando la primera pulseada de poder.
Y en boxeo, se sabe, las buenas bolsas son directamente proporcionales al costo deportivo, salvo excepciones, o palizas. Pero nadie se queda con la plata y la pelea, más cuando ésta es pareja, cosa que los protagonistas saben y aceptan perfectamente.
Por eso da la sensación de que el mismo combate, exactamente igual, pero organizado por Rivero, hubiera tenido el resultado inverso. ¿Deshonestidad, falta de idoneidad, o qué?
¿Es casual que la Tigresa haya perdido sus únicas tres peleas en el país bajo una promoción distinta a la de Osvaldo Rivero –dos en forma injusta-, mientras que bajo su ala ganó un par que no mereció, como la 3º ante Ashley en el Luna, y ante La Chica 10 López en Caseros?
Aquí es donde entra a tallar el 3º punto: el temperamento. En él se encierran valentía, frialdad, e indolencia para aplicar lo que se ve, cosas que no se aprenden.
Ser insensible a conveniencias ajenas, e impermeable a quien corre con el caballo del comisario, cosa difícil, porque éste es el que paga, y todos lo saben muy bien.
Por eso, los puntos de vista de todo el mundo son respetables, mientras puedan fundamentarse. Pero en el caso de Acuña-Duer, lo que más llamó la atención fue la unanimidad de criterios a favor de la organizadora, habiendo sido tan finos.
La prensa también cae a veces bajo sospecha, cuestionados como antis o pro. Sin embargo, hay algo con lo que puede demostrarse lo contrario, más allá del fundamento técnico de un fallo y las apreciaciones personales: los antecedentes.
Entre otras cosas, éste medio vio perder -bajo organización de Rivero- por 8 puntos a la Tigresa frente a Alicia Ashley en el Luna Park –más diferencia que la inmensa mayoría, que también la vio perder-, antecedente que exime de acusaciones de favoritismos –si las hubiere-.
Sin embargo, aquella vez, dos de los jueces fueron "políticamente correctos" y ¡la vieron ganar! Uno de ellos, curiosamente, se repitió en la pelea de Acuña-Duer, y volvió a alinearse para el lado menos conflictivo (esta vez era Duer).
Por eso, podrá objetársenos algún punto de vista, pero jamás dependencias, temores, inclinaciones afectivas, o preferencias sobre personas, patrias, o promotores. Y este dato de la realidad, refleja una orgullosa virtud, que es el máximo patrimonio.
Fuente: Diario Popular
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