miércoles, 9 de enero de 2013

Messi le cambió el sueño


En esta ocación he decidido recuperar una charla-entrevista que Pep Guardiola mantuvo con Ángel Cappa allá por el año 2002, y que fue incluida en el ameno libro “¿Y el fútbol, dónde está?”, en 2004. En ésta, un Pep aún futbolista se sinceraba sobre cómo construiría él su equipo si algún día fuese entrenador. Comenzó así:

Guardiola: “Cada vez estoy más convencido de cómo se debe jugar a esto; por eso soy cada vez más fundamentalista en ese sentido” (2002).

Guardiola atribuía su visión del tema a dos causas; su formación culé y su bajo nivel físico. Entendía que el Barça le había dado herramientas que él, por instinto de supervivencia, había súper-desarrollado; de un modo tan personal y casi intimo que su carrera como jugador marcaría para siempre su concepción del juego: hay que tener el balón. Pep no va a negociar eso. En la teoría es una limitación, pues su convicción le resta flexibilidad; pero en la práctica no lo es tanto: no va a competir enla liga del Barça (el único al que no le puede quitar la posesión) y va a tener presupuestos para fichar jugadores técnicos y asociativos que se amolden a lo que le gusta, presuntamente. Ahora bien, Pep siempre supo que en el fútbol había más, aunque no fuese para él:

“Lo que pasa es que a veces pienso que las cosas me las planteo desde mi punto de vista. Es decir, desde el futbolista que soy (…) soy un tipo lento, que si voy al choque, pierdo. Cuando tenía 18 o 19 años, si me soplaban me caía al suelo. (…) Pero entiendo que a otros lo mío no les va a garantizar nada”.

Nada nuevo hasta aquí. Ahora, lo más interesante. Guardiola remarcó que su equipo amado era el Ajax de Van Gaal, bi-finalista de la Copa de Europa entre el 95 y el 96. Para él, hace 11 años, el sistema de un equipo dominante debía sujetarse en dos extremos abiertos con gran uno para uno. Interpretaba que era el modo más sencillo, y su favorito, de conseguir, ojo, tener la pelota muy arriba, que era el gran objetivo.

“Mi equipo lo empezaría a formar a partir de los extremos, cosa que hoy no se hace, porque se usan carrileros (…) tú dices ser ancho, pero yo te digo ser profundo, a mí no me interesa ser ancho a la altura de los medios (…) Entiendo que teniendo extremos puedes jugar más arriba, juntar a tu equipo en campo contrario, y recortar las distancias a recorrer (…) aunque fíjate que en la última etapa de Cruyff jugábamos con Prosinecki y Hagi de extremos, que son algo anárquicos en su concepción del juego. Es como jugar con Rivaldo de extremo izquierdo cuando no es un extremo. O conmigo, que no lo soy y no me voy a ir de nadie. En ese caso tenemos la teoría del campo ancho, pero… El gran Ajax era tal porque estaban precisamente Finidi y Overmars, que la cogían y se iban de todo el mundo”.

Culminaba estas exposiciones hablando de arietes con juego fuera del área, que permitiesen a sus extremos ser, en el inicio de las jugadas, los dos hombres más adelantados. Kluivert, Kanú o Crouch fueron sus ejemplos más citados en este libro o en posteriores publicaciones. Su devoción por las torres de pies hábiles es vox populi. Más chocará su defensa del doble pivote. En el mismo libro Fernando Carlos Redondo se mostraba tajante en su contra, pero Pep fue, sorprendentemente, más comedido:

“Mira, yo creo que los dos pivotes los ponen para defender. Pero bien, si uno de los dos tiene claro que se debe desenganchar para ir arriba, pues está bien. El problema es cuando está el uno al lado del otro. En la Selección lo hacíamos muy bien con Valerón, aunque es verdad que él es más distinto. Cuando defendíamos, él se ponía a mi lado, pero cuando teníamos el balón, se juntaba con Raúl, no conmigo. Y como Raúl bajaba también, pues nos juntábamos para tocar (…) con jugadores correctos es posible jugar bien con doble pivote”.

Desde luego, lo normal es que Guardiola optase por un triángulo en el medio, como en el Barça; pero está bien recordar aquella visión suya, toda vez que, hoy por hoy, mediocentros nivel Champions para 4-3-3s hay pocos y están cogidos.
Pep tiene mucho que ofrecer. La alineación de planetas que dio con él,Xavi, Iniesta y Messi en el mismo momento, en el mismo lugar y de la misma manera alteró sus planes. Superó sus sueños. Pero es joven, y lo tiene todo. Aún está a tiempo de hacerse su Ajax de Van Gaal, de volver a poner de moda a los extremos o incluso de reírse reinando de nuevo pero con un doble pivote. Que llegue ya.

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