martes, 31 de julio de 2012

La Generación de Oro de Yugoslavia y una historia particular

Había leído y oído hablar bastante de la generación del básquet yugoslavo de los 90', nada más que eso, pero hoy el profesor Julio Manuel Cantero picó más mi curiosidad y me dediqué a buscar material y videos para conocer más de cerca los "pibes de oro". Hacía un tiempito que no publicaba, y este post salió de la galera. 


La Generación de Oro 
Hace justo 20 años, la guerra de los Balcanes se empezaba a cobrar las primeras víctimas mortales. Cuatro días antes, el 25 de junio, Croacia y Eslovenia proclamaban su independencia de forma unilateral. La Unión Europea y Estados Unidos fracasaban en sus intentos de mediación y Yugoslavia caminaba inexorablemente hacia la desintegración. Era el principio del fin de un país, pero también de un equipo de basquet que marcó una época y un estilo.


La selección yugoslava de finales de los ochenta y principios de los noventa ha sido, posiblemente, el mejor equipo de jugadores que ha existido, NBA al margen. Desde la plata olímpica en Seul 88, ganó todo lo que jugó: Eurobasket 89 y 91 y Mundial 90. En ese periodo, solo perdió un partido oficial, ante Puerto Rico en la fase previa del Mundial de Argentina.

La base de aquel equipo la conformaban unos jugadores que llevaban jugando juntos muchos años, desde que eran juveniles. Kukoc, Divac, Radja y Djorjevic ganaron el Mundial Junior de Bormio (Italia) en 1987 cuando tenían 19 y 20 años; cuatro años después se proclamaron campeones de Europa por segunda vez en Roma.
A esa generación de oro se unían jugadores ya asentados como Drazen Petrovic, Zarko Paspalj o Jure Zdov; y también jóvenes como Komazec o Danilovic. El baloncesto que practicaron esos años fue maravilloso, continuando lo que hicieron Kukoc y compañía en 1987. En aquel campeonato, los jóvenes yugoslavos arrasaron a todos, incluidos los norteamericanos que cayeron con una actuación para el recuerdo de Toni Kukoc con 11 triples.


Aquel 29 de junio de 1991, esos jugadores, algunos serbios y algunos croatas jugaron su último partido juntos en Roma. Amigos desde la adolescencia, apenas cruzaron palabra los años siguientes, la guerra y los nacionalismos les separaron deportiva y humanamente. Con su país en guerra y sabiendo que cuando regresasen nada sería igual, ganaron fácilmente a Italia y se proclamaron campeones. No hizo falta que en ese campeonato participase Drazen Petrovic, que renunció a jugar por cansancio y porque empezaba a tener tiranteces con los jugadores serbios.
Yugoslavia dejó de existir también deportivamente y en los siguientes eventos participaron las nuevas naciones: Croacia, Eslovenia y Bosnia. Serbia y Montenegro siguieron compitiendo bajo el nombre de Yugoslavia cuando las sanciones les permitieron jugar, a partir de 1995.  
Una gran lástima es no haber podido ver más a aquel equipo que se deshizo cuando la mayoría de los jugadores tenía 23 y 24 años. Nunca sabremos hasta dónde podrían haber llegado.


Hermanos y Enemigos
Divac y Petrovic
De esta gran generación del básquet mundial salió una gran historia recreada por el cine (documental de ESPN), como lo es la amistad de Divac y Petrovic.

Vlade Divac, serbio; y Drazen Petrovic, croata, fueron grandes amigos en uno de los mejores equipos del básquet mundial y de la historia. Hasta que una guerra los separó a ellos y también a una selección dorada.

Alguna vez fueron hermanos, o como hermanos, pero terminaron distanciados, como enemigos. Es una historia común cuando los bandos estallan en guerra, pero en el caso del documental Hermanos y Enemigos de ESPN (Once Brothers, en inglés), involucra a dos de los más destacados jugadores del básquetbol mundial. Y sin duda, las dos principales estrellas de la hoy extinta Yugoslavia campeona del mundo en Argentina 1990.

Divac admiraba a Petrovic, una figura en la liga profesional de su país que anotaba fácilmente 30 ó 40 puntos por partido. Por su parte, él era un pívot destacado que con sus 2,15 metros se imponía bajo el tablero, lo que hizo que fuera convocado a la selección yugoslava, un equipo de lujo en el que participaron otros nombres muy conocidos hasta hoy día, como Tony Kukoc y Zarko Paspalj.

Divac y Petrovic forjaron una amistad gigante, como su talento, y compartieron al mismo tiempo un destino común en sus carreras, pues pasaron de la gloria de integrar el histórico equipo yugoslavo a ser parte de la NBA, la liga más competitiva del mundo.

Divac fue seleccionado por los Ángeles Lakers y Petrovic por los Portland Trail Blazers, con lo que junto con trasladarse a Estados Unidos, ambos se hicieron todavía más unidos.

Esta amistad es retratada en primera persona por Vlade Divac en Hermanos y Enemigos, quien recuerda lo importante que llegaron a ser el uno para el otro.

Un quiebre impensado
Pero un hecho que en su minuto pareció irrelevante cambió el destino de ambos y, con ello, se apagó irremediablemente su amistad.

Fue durante la final del mundial de 1990 en Argentina -cuando Yugoslavia se tituló campeón sobre la Unión Soviética por 92-75-, que las sensibilidades por una posible guerra secesionista en Yugoslavia corrían paralelas a los logros deportivos. En aquel momento, mientras Divac celebraba en la cancha el campeonato junto a sus compañeros, un individuo irrumpió con una bandera croata, lo que motivó la indignación del pívot, quien se la arrebató, la arrugó y le dio un trato que mucho consideraron insultante.

Según dijo Divac después, estimó que el triunfo era de Yugoslavia, no croata ni serbio, pero su actitud, potenciada por su imponente estatura y los gestos que quedaron grabados frente a las cámaras de televisión, tuvieron una connotación política que a él, en ese entonces, le era imposible de dimensionar.

Los serbios lo consideroran un héroe; los croatas, un activista, un guerrillero. Nada fue igual desde entonces. Petrovic tomó distancia, ya no le contestaba el teléfono y lo eludía cuando coincidían en entrenamientos o en alguna actividad de la NBA.

Guerra civil en Yugoslavia
La guerra civil había estallado en Yugoslavia y los muertos se contaban por miles. Una reconciliación entre ambos se veía imposible. La guerra quebró no sólo la amistad, sino que a todo un país y también a la selección yugoslava, que se dividió en los representativos croata y serbio.

A las olimpiadas de Barcelona 92, sólo acudió la selección croata, que pese a estar debilitada avanzó hasta la final liderada por Petrovic. En esa instancia, perdió con el famoso Dream Team, que encabezado por estrellas como Michael Jordan, Earving “Magic” Johnson y Larry Bird, venció por 117 a 85.

Serbia, que no pudo asistir por enfrentar sanciones internacionales, debió mirar desde afuera esa final. Divac siempre se preguntó qué habría pasado si el equipo hubiera estado completo.

Hermanos y Enemigos recorre esta historia en que el básquetbol es cruzado por la política, víctima de una guerra que sacrificó no sólo a la generación dorada yugoslava, sino a dos de los máximos talentos que ha visto este deporte.

Petrovic murió en un accidente de auto el 7 de junio de 1993 en Munich, Alemania. Jamás se reconcilió con Divac, quien carga con ese dolor desde entonces y cuya intimidad -en busca de redención- abre en Hermanos y Enemigos, un documental que todo fanático del básquetbol debiera ver.

A continuación el link del documental de ESPN:

Hermanos y Enemigos: Petrovic y Divac (click aquí)

Fuentes: Guioteca.com / Marca.com / Sueños Robados / balosncestoyugoslavo.com / ESPN

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